lunes, 16 de marzo de 2009

El brillo de las Estrellas



Autor: Marcelo Montoya Acevedo
Fotos: Ángela Zapata

Dos horas y 49 minutos fueron suficientes para que 23 artistas y dos invitados hicieran vibrar con lo mejor de la salsa. También fue suficiente el tiempo para volver a sentir el son, las voces y las historias de las estrellas.

A las 11 y 7 minutos de la noche empezaron a presentar una por una las estrellas de la Fania All Stars. Como se lo merecen, fueron entrando uno por uno en medio de ovaciones, histeria y muchos aplausos. Los primeros en hacerlo fueron los tres hombres encargados de hacer el coro. Ellos también recibieron su bulla de bienvenida. Cuando estos se acomodaron en sus micrófonos, el turno fue para los instrumentos de viento, en esta ocasión, la compañía fue de cuatro trombones y dos trompetas, que sin misericordia fueron interpretados.
Ya la forma de orquesta se estaba empezando a dar, entonces para completarla siguieron apareciendo grandes monstruos musicales. Detrás de los vientos apareció el maestro Eddy Montalvo listo para darle sonido a sus congas, que estuvieron acompañadas por el perfecto violín del cubano-colombiano, Alfredo de la Fe. Luego de estos dos grandes seguiría el desfile de músicos y fue entonces como en la tarima apareció con su tres, el guitarrista Luis García y junto a él, caminó el timbalero Nicky Marrero para darle más claridad a la Fania. Entre los cables e instrumentos iban desfilando más hombres con su sello personal; entonces con paso lento ingresó el maestro y uno de los cuatro grandes del piano, Papo Lucca (los otros tres son: Eddi Palmieri, Richie Ray y Larry Harlow). Pero la cuota de músicos no terminaría ahí, con su sabor fue apareciendo el Showman de la salsa, el bongosero, Roberto Roena, y de inmediato y sin mucha pausa entró a la tarima el bajista, Bobby Valentín. Así a la Fania All Stars sólo le faltaban seis ingredientes: las voces. Entonces por los bafles se escuchó el nombre de La Voz Sublime de todos los tiempos, el maestro Adalberto Santiago, pero para acompañarlo nada mejor que la voz ronca y caribeña de Ismael Quintana, a quien se le uniría su tocayo, El Niño Bonito de Puerto Rico, Ismael Miranda. Ya habían tres grandes voces de la Fania preparadas, pero faltaba la otra mitad, y entonces apareció como un ratón El Niño Mimado de Puerto Rico, Cheo Feliciano. A ellos les faltaría un sonido bestial, y que mejor que en compañía de Richie Ray y Bobby Cruz, todos ellos bajo la dirección del flautista Johnny Pacheco. Ahora sí la Fania estaba más que completa para gustar y enamorar a Medellín.

La Fania
Ubicados en la tarima, músicos y cantantes le dieron paso al primer tema de la Fania, entonces el corito Oye que rico suenan las estrellas de Fania hizo erizar los pelos y obligar a que todos los fanáticos se pararan y vibraran con las congas, los timbales, los trombones, las trompetas, el bongó, el violín, el piano y las melodiosas voces de esos maestros de la salsa, que vieron en Johnny Pacheco un gran deseo de seguir cantando.

Voces, música y show
Adalberto Santiago fue el primero en sacarse la espinita que les dejó el concierto de Bogotá, y con sus dos temas dejó claro que la salsa se vive en Medellín. El tema Dinamita abrió la noche y Alfredo de la Fe demostró que el violín es perfecto en esta música, su emoción al tocarlo no se confundió para nada con la voz sublime de Adalberto que rindió homenaje a Héctor Lavoe con el coro del tema Mi gente y remató su espectacular presentación con un maullido de gato en Quítate la mascará. Aquí dejó claro que la salsa tiene fieles seguidores. Un ejemplo más para el colega y amigo Alexander Macias.
Así empezó el desfile de estrellas en la tarima de la Carpa todavía faltaban cinco, entonces fue el turno para Ismael Quintana presentado por su director Johnny Pacheco. Quintana, en medio de su cojera sacó las ganas para bailar un poco de su primer tema: Mi debilidad, y lo propio hizo La Perla de Ponce, Papo Lucca con su piano, tan propio es su estilo que tuvo tiempo para hacer dos tonadas con su pie derecho. Pero es que a Quintana además lo acompañó el baile perfecto del Showman, Roberto Roena, la flauta melodiosa de Johnny Pacheco y la guitarra brutal de Luis García, “para qué Santana si tenemos a García”, dijo Leonardo Caro, un entonado asistente que movía sus pies al ritmo de la salsa. Pero a Ismael Quintana todavía le faltaban dos temas, entonces cantó en agradecimiento a su tierra, Puerto Rico, y finalizó con Adoración y las manos entrecruzadas en su pecho para poder expresar las gracias a la gente y gritar “Medellín te quiero”. Pero fue el mismo Quintana quien hizo la presentación de la tercera voz. “Con mucho orgullo les voy a presentar al tercer Ismael, porque somos tres (el otro es Ismael Rivera). Reciban con un fuerte aplauso al gran Ismael Miranda”, y las palabras de Quintana a pesar de que fueron un favor el público las tomó como una orden que no se pasa por alto, entonces éstas se sintieron muy fuerte.
Para componer un son, con esa arrancó Miranda y las ganas de tocar se hicieron evidentes en los timbales de Nicky Marrero quien dejó que el calor de su percusión le permitiera estar con la camisa desabotonada. En medio del disco Ismael dijo: “El amor de la gente de Medellín tiene un bonito swing”. “Buenas noches. Qué honor estar en Medellín de nuevo, es un bonito privilegio”, saludó Miranda y el público lo ovacionó y también notó la ausencia del maestro Pacheco, quien abandonó el escenario en medio de su agotamiento físico. Luego se vino el tema Careta, la dirección de Luis García y la demostración artística de Alfredo de la Fe para que Miranda rematara con María Luisa. En ese momento la Fania seguía enamorando con su música. “Me dicen que por ahí anda un ratón”, dijo Miranda, y no era mentira, al escenario subió el hombre canoso de piel morena, Cheo Feliciano interpretando Anacaona y junto a él su esposa Cocó para bailar (52 años llevan de unión). Después de Cocó y Anacaona el Niño Mimado saludó: “Buenas noches familia. Medellín la ciudad más bella de Colombia, que rico estar aquí. Ese espíritu tan lindo que tienen ustedes, Dios los bendiga, quiero que le den un aplauso merecido a esta linda familia Fania All Stars”.
Y dicho y hecho, el aplauso no se hizo esperar. Luego vino su emblemática canción El ratón y fue el momento para que Roena sacara a bailar a Cocó y a Cheo. Antes de iniciar la canción, Cheo dijo que “Joe Cuba me pidió que metiéramos esa porquería de canción que había hecho en el álbum”, al final del tema Cheo volvió a comentar: “Esa fue la porquería que yo hice”. La risa y la ovación vinieron juntas. El maestro nacido en Ponce cerró su presentación echándole mucha semilla a la maraca y dedicando a Ralph Mercado Sobre una tumba humilde. “Bueno Medellín como se dice en un final: humildemente misión cumplida”, el aplauso unísono fue merecido y Cheo respondió presentando así: “Bueno familia les quiero presentar a dos grandes, a dos monstruos de la música: Richie Ray y Bobby Cruz. Fue aquí cuando llegaron los cambios. Papo Lucca cedió su piano a otro maestro, Ricardo Ray o Richie, quien con sus dedos demostró el poder de su teclado, y la imponente voz de su amigo y hermano salsero Bobby Cruz dejaron salir varios jala jala. En las congas también hubo un relevo, Montalvo entregó su puesto al maestro antioqueño Diego Galé, quien no desentonó ante el poder de los grandes de la Fania, lo mismo hizo el neoyorkino, Marrero quien abandonó sus batutas para entregárselas a otro Galé, (Jimmy). Ahora los hermanos estaban con la Fania y con los monstruos Ray y Cruz, tocando y cantando Sonido bestial. Pero la salsa también tuvo un momento para la oración, y fue por pedido de Cruz que Ray la hizo. “Contento de estar aquí, Dios me los bendiga, azúcar”, dijo Richie. “Levanten la diestra y demos gracias a Dios que podamos disfrutar de la salsa, de la buena música y de la bandeja paisa”. Agregó antes de cantar su tercer tema Ahora vengo yo, con el que se cerraba la presentación de los artista de Fania. La despedida no se hizo esperar en la voz de Bobby quien agradeció a Medellín.
Eran la 1 y 45 minutos cuando al escenario volvieron a subir todas las voces para despedirse de Medellín. Las congas, el piano, y los timbales volvieron a tener a sus dueños. Adalberto, Miranda, Quintana, Cheo, Cruz y Pacheco volvieron a estar unidos como al comienzo para interpretar y dirigir la última canción, Quítate tu pa’ ponerme yo. Con este tema y con la despedida individual se cerró otro concierto más de la Fania All Stars en Medellín. Fueron cinco mil personas las que le agradecieron a 25 artistas por su valiosa y honrosa presentación. Ahora la Fania seguirá girando y Medellín la seguirá esperando.

sábado, 28 de febrero de 2009

Vicente sigue siendo El Rey



Autor: Marcelo Montoya Acevedo
Fotos: Ángela Zapata

Muchos dijeron que a la media noche aparecería en escena Vicente Fernández, pero no fue así, esos cálculos fallaron. El Mero Macho decidió adelantarse, y por eso fue que a las 10:50 de la noche se oyeron las trompetas que le dieron la entrada al Rey con su canción El ayudante.
Pero lo que nunca necesitó Vicente fue ayuda, porque al mexicano lo único que le faltó fue tiempo para demostrar que toda su energía se queda en esta plaza cada vez que encuentra llena las graderías del Estadio. Porque cada una de sus canciones son sinónimo de entrega y gratitud para con los paisas.

Pero antes de que el hombre nacido en Huentitán El Alto saltara al gigante escenario, lo hicieron Las Divas de América en compañía de su vocalista Deicy Magali Cufiño quien no desentonó en la noche clara de Medellín, pues sus nueve canciones fueron con sello femenino y con identidad propia. A las 8:20 Deicy saludó al público y les expresó su emoción por estar allí, “es algo que habíamos estado esperando, poder pararnos aquí”, aseguró la bogotana que una hora más tarde abandonó la tarima, no sin antes decir: “Qué Dios Todopoderoso los bendiga”.

Ellas, todas mujeres, 14 en total, fueron el abrebocas para lo que nos esperaría más tarde. Aunque la música no se quedó ahí, en el escenario todavía faltaba alguien para seguir calentando la noche, que fue amenazada en las horas de la tarde con una lluvia. Fue entonces el momento preciso, 9:30 de la noche, para que el llanero Giovanny Ayala siguiera deleitando a los asistentes con sus populares canciones, más de ocho en total subieron la adrenalina durante una hora. Entre comillas se podía decir que ya faltaban solo 90 minutos para que el gran Chente dijera buenas noches con su música. Sin embargo la sorpresa fue mayor cuando una voz se escuchó por los bafles asegurando que el ídolo de multitudes ya estaba en el Estadio. El público no lo podía creer, ese hombre de cabello canoso y con voz de tenor dentro de minutos arrancaría su show. La histeria fue total, tanto que esos minutos se transformaron en 22, eso se demoró Vicente para aparecer en el escenario.

Se adelantó a los pronósticos
Entonces fue el momento en que las canciones no dejaron de sonar y ahí mismo el turno fue para Por tu maldito amor, que al final terminó siendo bendito. Aquí Vicente dijo claro y fuerte “estoy seguro que ésta la estaban esperando”, entonces sus mariachis dejaron sonar sus guitarras y sus trompetas, y Estos celos se escuchó a una sola voz en todo el Estadio, fue tanta la emoción del Mero Macho que no dudo en repetirla, pero esta vez cantada por el público toda. Muchas mujeres fueron las que asistieron y que según cálculos de la policía, fueron ellas quienes más salieron alicoradas, y como no hacerlo escuchando al Rey de la Ranchera entonando Mujeres divinas. Mientras el público disfrutaba de la noche ranchera, Vicente disfrutaba de la alegría y el entusiasmo de los asistentes y por eso les dijo que Aunque me duela el alma yo les sigo cantando.

Ya eran las 11 y 15 y se vino una seguidilla de canciones: Si acaso vuelves, El chofer, Me voy a quitar de en medio, Lastima que seas ajena, Nos estorbó la ropa y Un millón de primaveras. Los gritos de las mujeres no se hicieron esperar y en cada histeria el mexicano de 69 años se mandaba su trago de aguardiente. Cuando el reloj marcaba las 11 y 40 se oyó sonar el Amor de mi alma seguido del El último beso y El hijo del pueblo en donde cambió parte de la letra original “es mi orgullo ser del barrio más humilde...” por “es mi orgullo ser por siempre colombiano”, los aplausos volvieron y dejaron el eco, el aguardiente también regresó. Luego vinieron canciones como Para siempre, Qué de raro tiene, Acá entre nos, Bohemio de afición, Prieta linda, Borracho te recuerdo y El derrotado, aquí Vicente hizo una pausa y cambió el aguardiente por un vaso de ron, al mismo tiempo que se enfundó la bandera de Colombia y la besó. Ese gesto lo tomó el público de la mejor forma, que le respondieron casi a grito Chente, Chente, Chente...

“Ahora vámonos con las de José Alfredo Jiménez”, dijo Vicente, y que mejor que sonaran los clásicos Si nos dejan y Me cansé de rogarte; con estas dos canciones Vicente Fernández no ocultó su amor por México y terminó entrelazando la bandera de su país con el amarillo, azul y rojo de Colombia para ondearlas, y mientras hacía esto recordó lo siguiente: “No sé si el tema pegó la película o la película pegó el tema, lo que sí puedo asegurarles es que con esta canción ustedes me empezaron a querer”, ese preámbulo fue suficiente para que Chente cantara La ley del monte, luego de ella el guaro volvió, un trago desde la botella, y el público se siguió calentando, pero Vicente no se quedó atrás, pues quería seguir regalando su repertorio y por eso hizo esta petición: “Mientras ustedes no dejen de aplaudir, yo no dejaré de cantar, apenas se me está calentando el mendigo gañote”.

Y dicho y hecho, el público aplaudió y Vicente cantó sin parar, y lo hizo con Cruz de olvido, El polvorete, Mi padre y Gracias, después se tomó un minuto para pedir un aplauso por todos sus mariachis. Dijo: “Gracias... en medio de los aplausos ...yo me siento en Medellín como en mi casa, en Colombia”. Luego de doblar su cuerpo sonó el romanticismo de Amor eterno y La diferencia, después, que mejor regalo para una joven del público que estaba cumpliendo años que entonarle Las mañanitas y Brindo por tu cumpleaños, canciones que Chente también tomó para él por sus 69 años, recien cumplidos. A las 12 y 57 se sentó en una mesa y con una copa de ron se puso a cantar. El concierto estaba agonizando, ya le quedaban escasos 40 minutos en los cuales Estos celos volvieron a ser cantados, junto a De que manera te olvido. Así fue que Vicente empezó a despedirse de ese público que lo ha acogido durante muchos años de carrera. Con todo su repertorio, con lo nuevo y lo viejo, con las guapachosas y las románticas disfrutaron las más de 40 mil personas que se agolparon en las tribunas, en los palcos y en la pista, para decirle a Vicente Fernández Gómez, muchas gracias, y con un aplauso y una histeria cerrar las casi tres horas de su presentación en tierras antioqueñas, donde el Ídolo del Pueblo entregó toda su energía, todo su carisma, y lo que es mejor su grandiosa voz diciendo quiero volver volver volver.